Chispeante en la mirada
a flor de piel el deseo
y hasta el aura temblorosa
demanda impaciente el trofeo,
y se rozan nuestras manos,
y se llaman nuestros cuerpos,
a fundirse en uno solo
a descubrir el misterio,
el que aflora en cada poro...
el que habita en nuestros sueños.
José L. Pérez Ballesteros
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