eligiendo mejor no verlo,
sentir lo que estaba ocurriendo...
y sentirlo además por dentro.
Mirar con los ojos cerrados,
oler con el pensamiento,
y palpar la brisa del viento,
saborear sin probar bocado,
qué es lo que se está cociendo,
la música, el bullicio, los elementos
y disfrutar así del momento.
Tardes de vinos y amigos,
tertulias sin ningún motivo,
paridas varias, locuras, delirios,
estómagos retorcidos
y desorden de los sentidos.
Autor: José L. Pérez Ballesteros.
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